Columna de Opinión: Marcela Angulo González, Directora CPC Biobío. Presidenta Comité de Innovación y Pymes
La región del Biobío, principal polo industrial de Chile, atraviesa un momento desafiante para sus industrias más emblemáticas. El cierre de Huachipato se erige, sin duda, como el símbolo más visible de esta crisis.
En este contexto, el Plan de Fortalecimiento de la Industria del Biobío es una oportunidad única para revitalizar y diversificar nuestra matriz productiva, apostando por tecnologías avanzadas y el talento humano como los verdaderos motores de una transformación económica sostenible.
Un ejemplo inspirador para esta transición es el País Vasco. Durante los años 80, esta región española enfrentó el colapso de sus industrias siderúrgica y de astilleros, pilares económicos de entonces. En lugar de sucumbir al declive, el País Vasco inició una reconversión estructural basada en tres ejes: inversión en innovación tecnológica, fortalecimiento del capital humano y la construcción de un ecosistema colaborativo entre empresas, universidades y gobierno. Hoy, esta región es un referente global en manufactura avanzada y economía del conocimiento.
El Plan Biobío recoge principios similares en su Eje 4 de Reactivación y Fortalecimiento de la Industria, orientado al mediano y largo plazo. Entre sus medidas, destaca el fortalecimiento de industrias tradicionales junto a la apertura de nuevas oportunidades, como la construcción naval y en madera. Además, incorpora iniciativas innovadoras, como el impulso a la transición energética y al uso de hidrógeno verde, el desarrollo de la industria 4.0 y la manufactura avanzada, la agregación de valor en productos agroalimentarios y marinos, y la creación de un centro de monitoreo satelital.
Una pieza clave dentro de este plan es el apoyo a la creación del Distrito de Innovación y Emprendimiento del Biobío, una iniciativa que se viene gestando hace años en la región. Este distrito busca articular la colaboración entre empresas, startups, universidades y centros de investigación para fomentar la creatividad, atraer inversión y desarrollar soluciones innovadoras con impacto local y global.
Todo ello deberá ir de la mano de un sólido desarrollo del capital humano, alineando esfuerzos con sus universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica, para responder a las demandas de la industria.
El Premio Avonni otorgado esta semana a SeQure Quantum, una spin-off de la Universidad de Concepción pionera en tecnología cuántica para la ciberseguridad, muestra que existe el talento para crear y manufacturar productos de alta tecnología desde Concepción para el mercado global.
El ejemplo del País Vasco demuestra que las crisis pueden ser catalizadores de oportunidades. Transformar el Biobío será un desafío que requerirá visión de largo plazo, colaboración entre sectores y la convicción de que una economía más sostenible, innovadora e inclusiva, es posible.
Columna publicada en diario El Sur