Recientemente conocimos los resultados de la última encuesta Casen, sondeo que se realizó a fines de 2020 y como era de esperar, los resultados mostraron el impacto económico y social que ha dejado en nuestro país la pandemia por covid 19.
Sin embargo y más allá de lo esperado, las cifras arrojadas por este estudio que aplica el ministerio de Desarrollo Social, nos enrostraron el lado más duro de la vulnerabilidad… la pobreza y peor aún la extrema pobreza, que nos hizo retroceder en 5 años en la calidad de vida de los chilenos, una condición que pese a los apoyos que ha implementado el Gobierno, es devastadora.
De acuerdo a las cifras de Casen, hoy un 10,8% de los chilenos vive en la pobreza y ubica a la Región del Biobío como la cuarta a nivel nacional con mayor aumento en este indicador, con un 13,2%. Este alto porcentaje se traduce en los dolores de alrededor de 220 mil personas que no poseen los ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas del grupo familiar, entre otras razones, por la pérdida de empleo.
En materia laboral, las cifras entregadas mensualmente por el INE, muestran mejoras; sin embargo, aún están lejos de alcanzar los niveles precrisis. Debemos recuperar cerca de 80 mil empleos en la zona y ahí, las empresas, las autoridades y todos nosotros tenemos un desafío conjunto que enfrentar.
Es fundamental reactivar la oferta de empleo que hoy está contenida, entre otras razones, porque las personas han dejado de buscar trabajo, principalmente las mujeres que, en muchos casos, debieron ocuparse del cuidado de la familia.
Por otro lado, la demanda de empleo tiene dos caras, hay actividades económicas que no han generado vacantes por las incertezas para operar con cierta normalidad y continuidad como los rubros del comercio, turismo y gastronomía; y en contraposición, hay sectores como la agricultura, la construcción, y la metalurgia, que presentan escasez de mano de obra, entre otras razones por los subsidios y las ayudas que hoy el gobierno está entregando.
En este escenario, los desafíos vienen dados por potenciar la generación de empleo, estableciendo líneas de encadenamiento productivo desde las grandes industrias de la zona que fortalezcan el trabajo de las pymes locales. En nuestra región no sobra ninguna pyme y no sobra ningún empleo. Además, debemos trabajar en la atracción de mayores inversiones y destrabar el inicio de obras ya aprobadas que deben iniciarse en nuestra región. Sin nuevas inversiones, es complejo aumentar la empleabilidad, que sean trabajos estables y que perduren en el tiempo; y por ende, que se traduzcan en un cambio real, que contribuyan a superar los índices de pobreza arrojados por Casen y a mejorar la calidad de vida de quienes habitamos esta región, cuyo principal potencial está en sus habitantes.